Economía
La banca llegó a colocar sus preferentes a clientes analfabetos
En las asociaciones de usuarios cuentan con contratos firmados con la huella dactilar, pese a tratarse de un producto financiero sofisticado
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Las participaciones preferentes son un producto
financiero sofisticado, que no está cubierto por el Fondo de Garantía de
Depósitos, y con riesgos tales que pueden ocasionar pérdidas para los
clientes. La advertencia la hizo en el 2009 la CNMV, pero ello no fue
obstáculo para que las entidades financieras españolas -algo más de 50-
colocaran desde el 2003 más de 12.000 millones de euros en este tipo de
deuda entre clientes que, en algunos casos, no sabían ni leer ni
escribir. Toda una anomalía. «No son la mayoría de los casos, pero los
tenemos repartidos por toda España», apunta Carmen Domínguez, de Adicae,
una asociación de usuarios de banca. También hay casos en Galicia.
La Voz ha obtenido copia de algunos contratos en
los que el cliente firmaba con su pulgar, registrando su huella
dactilar, porque es analfabeto. Para comprar esa participación, además,
debía de superar unos test de idoneidad en los que el interesado decía
haber comprendido los riesgos del producto, la complejidad que conlleva,
sus cláusulas... En algunos casos, para saltarse el test (que no podría
superar el afectado), el banco incluía en el papeleo una anotación en
la que se detallaba que el cliente no había facilitado su perfil de
idoneidad, una salvaguarda para la entidad, como explican en el despacho
de abogados Concheiro & Seoane.
«Está claro que se trata de un fraude
generalizado en toda la banca, con irregularidades cometidas durante la
venta de estos productos, productos que no demandaban los clientes, que
lo que buscaban era un depósito, y cuya complejidad tampoco
comprendían», agregan desde Adicae. Se calcula que la mitad de todas las
preferentes puestas en el mercado fueron para particulares, no para
inversores cualificados (que también adquirieron este producto, aunque
se entiende que asumiendo de antemano el riesgo).
Junto al de personas que no saben ni leer ni
escribir hay también casos de clientes con deficiencias mentales que
suscribieron ese producto. Es el caso de la hermana de Juana López.
Tiene una minusvalía del 66 % reconocida por la Junta de Andalucía, pero
sus ahorros terminaron en forma de preferentes. «No se le explicó nada,
simplemente lo que queríamos era que el dinero de mi hermana estuviera
en un depósito, en el banco nos dijeron que sí, que no había problema, y
mi hermana firmó, con la huella dactilar porque ella no sabe escribir»,
apunta Juana. «Nos dieron un 3,75 %, pero cuando fuimos a preguntar por
el dinero nos dijeron que no se podía retirar. Esos ahorros eran los
que teníamos para cuando mi hermana, que tiene 63 años, tenga que dejar
el centro en el que la cuidan ahora, cuando cumpla los 65. Y no sabemos
qué hacer», se lamenta.
«Si a la gente se le hubiera explicado en qué se
iba a meter el dinero, las cosas habrían sido diferentes, nadie lo
habría firmado, pero se produjo un abuso de confianza por parte de
muchos directores de sucursales», agregan desde Adicae, que ha convocado
para hoy movilizaciones por este problema.
Varias entidades han comenzado a ofrecer ya
soluciones a los clientes, pero con fórmulas dispares. Desde
obligaciones convertibles -es decir, futuras acciones del banco, los que
cotizan en Bolsa- hasta depósitos a 3 años o la posibilidad de
recuperar esos fondos, pero asumiendo el afectado una pérdida del 35 %.
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