Sociedad
Hallan restos de antidepresivos y ansiolíticos en el agua de Galicia
Un estudio revela la necesidad de mejorar las plantas depuradoras
Los antidepresivos para tratar la depresión o los
ansiolíticos para aliviar la ansiedad que toman los gallegos acaban en
el retrete. Bien porque son arrojados directamente al desagüe, bien por
una metabolización incompleta a través del agua de la orina o de las
heces. El problema es que los restos acaban en el agua de los ríos, pese
a recibir tratamiento en las depuradoras, e incluso en la del grifo,
según se recoge en una investigación que publica la Gaceta Sanitaria
y que ha sido coordinada por el grupo de Salud Pública y Ecotoxicología
de la Universidad Rey Juan Carlos I de Madrid en colaboración con el
Laboratorio de Análisis de Calidad Ambiental de Santiago. Las trazas de
estos fármacos psicoactivos suponen, según los investigadores, un riesgo
para el medio ambiente y tampoco se descarta que un consumo a largo
plazo del agua contaminada puede tener efectos para la salud, con lo que
alertan de la necesidad de «incrementar la monitorización ambiental de
las cuencas fluviales y de mejorar los procesos de tratamiento de las
aguas residuales y potables para eliminar estos fármacos».
Los investigadores advirtieron la presencia
de ansiolíticos y antidepresivos después de analizar muestras de agua en
las estaciones depuradoras de Santiago, Vigo, A Coruña, Ourense y
Pontevedra y en agua del grifo de espacios públicos y privados. Los
expertos también han constatado que, en algunos casos, la presencia de
psicoactivos aumenta después de su paso por la depuradora, lo que puede
deberse a que los procesos químicos que tienen lugar en las plantas
provocan una reversión de ciertos metabolitos a sus componentes de
origen.
El lorazepam, un ansiolítico, es el compuesto con
mayores concentraciones detectadas en las cuencas gallegas, tanto en
las muestras de río como de grifo, seguido del antidepresivo
venlafaxina. El primero se ha localizado en el 87 % del agua pretratada
en depuradoras y en el 67 % de la saliente de las plantas. En el primer
caso con una concentración media de 11 microgramos por litro y, en el
segundo, de 0,7. En el agua del grifo, la presencia de lorazepam se
reduce a un 3 % de las muestras, aunque con una elevada concentración
para lo que cabría esperarse, de 0,6 microgramos por litro, lo que
revela que tampoco ha sido eliminado por los tratamientos de
potabilización.
Posible riesgo
La presencia de psicoactivos en el agua potable
podría suponer un riesgo para niños, ancianos o embarazadas, aunque
todavía no existen investigaciones con exposiciones a largo plazo que
puedan acreditar algún tipo de daño, según advierten los autores del
estudio.
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